martes, 25 de septiembre de 2012

¿Qué es justo en esta miserable vida?






Aquel condenado a muerte no le importó cometer un último crimen antes de morir. Todos los días obervaba a uno de los presos que se jactaba así mismo de ser pastor, día a día proclamaba en sus oraciones que aquellos que eran inocentes y que estaban siendo juzgados sin una justa causa pronto saldrían en libertad, porque la justicia así lo demandaba, tanto la divina como la territorial. El día de su ejecución se levantó más temprano de lo normal, fue a su celda y mientras dormía lo ahorcó con el cordón de su zapato, dejándole una nota en su pecho. ¿Conoces la justicia? Absolutamente nada es justo en esta miserable vida. Fue así como todos quedaron en paz, tanto el condenado a muerte, como aquellos que estaban condenados en vida a escuchar a aquel que se autonombraba pastor.