viernes, 16 de noviembre de 2012

Un siempre adiós



Una nueva guerra había comenzado. Aquel soldado terminaba sus días de descanso con esposa y sus hijos. Ella, aparentemente,  ya acostumbrada a la rutina de ver a su amado partir a enfrentarse a duras guerras, lo despedía con una sonrisa y un beso en la frente, nunca permitía que él se diera cuenta de que por dentro moría en angustia cada vez que se marchaba. Eso le daba fuerzas para que diera todo de sí en los enfrentamientos y pudiera volver con su familia. Sin embargo, siempre se preguntó si el día en que su esposa quebrara en llanto tuviera la misma fortaleza para volver.