Yo
estaba acostumbrada a una vida nómada. Me consideraba alérgica a los
compromisos, y tan sólo el hecho de sentirme atada a uno, nublaba mi libertad ya que de ser así, no
podría viajar de país en país con la misma facilidad.
Trabajaba de maestra de idiomas y siempre me caractericé por hacer muchas amistades, porque gracias a ellas podía trabajar en varios países. Mis romances no duraban más de dos meses, rompí muchos corazones lo sé, pero a cada uno los recordé no como un pasatiempo, si no, como una bonita experiencia. Incluso, cuando encontré a mi alma gemela, llegué a pensar que era momento de sentar cabeza y dejar mi vida nómada y bohémica. Durante el tiempo que viví alcancé a rechazar 3 ofertas de trabajo para países como Suiza, Nueva Zelanda, y Jamaica. En serio lo intenté, pero mi espíritu de libertad era mayor que encontrar la pareja perfecta.
Trabajaba de maestra de idiomas y siempre me caractericé por hacer muchas amistades, porque gracias a ellas podía trabajar en varios países. Mis romances no duraban más de dos meses, rompí muchos corazones lo sé, pero a cada uno los recordé no como un pasatiempo, si no, como una bonita experiencia. Incluso, cuando encontré a mi alma gemela, llegué a pensar que era momento de sentar cabeza y dejar mi vida nómada y bohémica. Durante el tiempo que viví alcancé a rechazar 3 ofertas de trabajo para países como Suiza, Nueva Zelanda, y Jamaica. En serio lo intenté, pero mi espíritu de libertad era mayor que encontrar la pareja perfecta.
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