lunes, 1 de abril de 2013

Mira a través de...

El color oscuro de la noche se hacía cada vez más espeso, el aullido de los lobos era cada vez más fuerte; si no hallaba un lugar seguro en algún árbol pronto sería presa de aquellos feroces cazadores de la noche. Corrí en medio de los musgos que colgaban de antiguos árboles, pero tropecé y mi pie quedó atrapado en una de sus enormes raíces. Lentamente se acercó el líder de la manada, mi mente y mi corazón quedaron en blanco, mi mirada se encontró con la suya y nuestras almas se sincronizaron. Mi miedo se apaciguó y los filosos dientes del canino se guardaron. Se giró e hizo una señal al resto de la manada. Era hora de marcharse.

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