Estaba
de pie con un hacha en su mano derecha, su rostro estaba salpicado de sangre al
igual que las prendas que llevaba puestas, un vestido blanco que
la hacía lucir como una niña, del mismo color de la
nieve que yacía a su alrededor, y sus largas medias que habían perdido el color
blanco para ganar un rojizo. Su cabello era largo, llegaba hasta sus caderas,
tenía salpicado algunos trozos que se venían a su rostro. Tenía gacha la mirada
y una sonrisa de oreja a oreja en sus labios. Estaba nevando, no sentía frío,
no sentía miedo, su familia estaba tendida sobre la fría nieve a sus espaldas,
no tenían parte de sus extremidades, la sangre que desplegaba de sus ex
miembros, en forma de gotas espesas teñía la blanca nieve, y hacía
más trágica aquella escena, era ella Rose, había sido, la niña de los ojos de
papá a la que un día un demonio decidió entrar para habitar por 2 milenios como
parte de un castigo otorgado por su padre, el gran Satán, y que odiaba tal
adicción a la ternura. La gente pasaba por ahí, y en cuanto veían esa escena
quedaban petrificados; cuando conseguían recuperar su estado de conciencia
salían corriendo, decían que las cosas iban
a cambiar a partir de ese día porque el demonio estaba habitando en la criatura
más dulce de la villa.
oooo
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